
Lindo es el sonido de las banderillas que se clavan en tu lomo, como un trueno de pasión que rompe con una cotidianidad angustiante. Miro tu sangre y me extremezco con tanta hermosura, tan brillante fluye que pareciera viva, como la llama de mis ojos que señorean los campos castellanos. Grande es el banderillero que te mira frente a frente, que no tiembla ante negro monstruo, que te mira a los ojos y te reta, mala bestia, a que claves si puedes tus cuernos, mas no podrás nunca con la inteligencia del banderillero astuto, rápido como el viento plantará su arte en tí, pedirás perdón y aceptarás tu justo castigo. Que así sea, ¡viva el arte!